PERSISTENCIA DEL LENGUAJE / Alegría y Piñero

La primera obra que realizamos como pareja artística, en 2009, fue una escultura pública homenaje a nuestro admirado cineasta José Valdelomar: una cabeza de bronce hueca que funciona como cámara oscura. Un pequeño orificio que se encuentra en su frente permite la entrada de luz y genera una proyección del paisaje exterior. Al asomarte a través de su boca puedes ver la imagen del mirador en el interior, invertida y deformada por la propia concavidad de la cabeza. La simplicidad de la cámara oscura, basada en la propia expresión de la naturaleza que parece retratarse a sí misma, invita a pensar que se conoce desde siempre. Antes del uso de la lente, incluso de su propia construcción como artificio óptico, uno de los primeros usos conocidos de la cámara oscura era la observación de los eclipses: a través de los huecos que quedaban entre las hojas de los árboles, en la penumbra de su sombra, se podía contemplar un fenómeno que por su poderosa naturaleza no podemos mirar de frente. Cada uno de nuestros proyectos mantiene esta concepción de la obra cómo prótesis a la visión, la escucha…, que nos permite aproximarnos a aquello que nos dejaría ciegos al intentar afrontarlo de manera directa.

En los últimos años nuestra investigación se ha centrado en la fenomenología del habla. Generamos esculturas huecas, pequeñas concavidades que modulan el aire y emiten sonidos próximos a la voz humana. En busca de un grado cero de la comunicación que nos permita reconstruir un habla atávica, creamos esculturas/artefactos que se sitúan ante nosotros y que se anteponen a nuestra propia voz. Esquivan los discursos, nos dan distancia y nos permiten revelar otras presencias que se ocultan tras el lenguaje. El habla, en su estado más arcaico, se manifiesta como una voz encontrada en la materia y revelada en el objeto como si, al igual que las primeras imágenes proyectadas, ésta hubiera surgido en alguna remota gruta y fueran sus ecos los que aún resuenan en nosotros.

La idea de prótesis ha ido conformándose cada vez de una manera más literal en este proyecto, al que denominamos Enciclolalia, pues la mayoría de estas piezas se accionan a través de performance y sus formas han ido adaptándose a nuestro propio cuerpo.

Persistencia del lenguaje. Alegría y Piñero, 2019.

En 2019 se cruza en nuestras vidas una experiencia que marcará un antes y un después en nuestra concepción del proyecto: desarrollamos un taller de creación artística de varios meses para personas con parálisis cerebral en el Centro de Día El Cabanyal Cruz Roja, dentro del programa “Lugar Común” del Consorcio de Museos de La Comunidad Valenciana. Este nuevo contexto nos coloca directamente en el centro mismo del habla, donde la falta de voz va más allá de lo metafórico y adquiere una literalidad abrumadora.

En contextos colaborativos como este, solemos dejar a un lado la pretensión de realizar una obra propia en compañía, sino que mantenemos como objetivo desarrollar una obra común que surja de la sinergia de nuestras propias inquietudes y la de las personas que colaboran en el proyecto, surgiendo siempre algo nuevo que no pertenece ya a nuestro imaginario o al suyo, sino al del colectivo que en ese tiempo se ha creado. Pero en esta ocasión fue distinto.

Hicimos una presentación inicial sobre nuestra obra y nuestras investigaciones en torno a la voz. En seguida, algunos de los asistentes nos trasmitieron la inquietud del grupo por la posibilidad de crear una obra que le diese voz a los/as compañeros/as que no pueden hablar. Lo abrumador de la propuesta se transforma en emoción colectiva cuando asumimos la proposición como objetivo del taller.

Tras un tiempo de convivencia, decidimos centrarnos en el aula donde se encuentran las personas con una mayor limitación de movimiento, donde la expresión queda reducida a gestos mínimos pero intensos. Generar estímulos es un reto constante para los profesionales que trabajan en el centro, especialmente en aulas como ésta. Sonsacar una sonrisa, una mirada, un sonido, un gesto, es un ejercicio diario que se realiza desde una gran variedad de recursos de estimulación sensorial y cognitiva, y fundamentalmente desde el amor que inunda el centro por completo.

Comenzamos creando una serie de bolsas llenas de aire con pitos de caña que emiten un sonido gutural y que cambia según la presión de aire que recibe. Inflábamos las bolsas y se las colocábamos en las piernas. Al situar sus brazos encima, su propio peso las iba deshinchando y hacía sonar los pitos de caña. El sonido cambiaba con el mínimo de sus movimientos. Hay quien abría su boca cada vez que la pieza sonaba, otras personas abrían los ojos, una leve sonrisa en algunos y señales de rechazo en quienes aquel sonido resultaba excesivo. En la mayoría de los casos surgía una respuesta, que por mínima que fuera era ampliamente celebrada. Decidimos llevar la experiencia a otro nivel y creamos un gran colchón hinchable ovalado con varias salidas de aire. Al colocar a los/as participantes sobre éste, su propio peso precipita el aire a través de cinco salidas en forma de brazos rematados con pitos de caña y resonadores que modulan fonemas concretos: “a”, “e”, “i”, “o”, “r”. Cada resonador tiene una especie de grifo que regula la potencia de aire, de forma que podíamos alternar los sonidos y experimentar los resultados. Al abrirlos todos, los sonidos acababan uniéndose en una amalgama irreconocible como habla, pero que mantiene la voz como eje.


Persistencia del lenguaje. Alegría y Piñero, 2019.

Accionamos el dispositivo con un gran número de personas. Dos de ellas reaccionaron de manera especialmente empática: Milagros Jiménez y Ferrán Jiménez. Para que la experimentación trascendiera en su práctica y pudiéramos además realizar una documentación en video, decidimos buscar un lugar que acompañara la acción y ofreciera un espacio de concentración y escucha. Montamos la pieza en el Teatro Musical, acompañados por los profesionales del centro, a quienes no podemos dejar de agradecer su implicación.

Al ser tumbadas sobre el colchón, el sonido y la vibración que genera en sus cuerpos estimula un acto expresivo inusual en ellas. Ferrán, cuando el colchón está completamente desinflado y deja de sonar, llena largamente sus pulmones y comienza a emitir un sonido continuo idéntico al sonido generado por la escultura. Tras esto, él y Milagros inician un juego de sonidos en el que se replican entre ellos. Una conexión entre ambos que hasta entonces no se había dado.

La obra se convierte en esa grieta por la que la luz proyecta en el interior de la cueva, la rendija que hace soplar el viento y resuena en la gruta, y sus voces, la de Milagros y Ferrán, desde la inaccesible profundidad en la que parecen encontrarse, generan un eco que sale al encuentro de su propio cuerpo y del nuestro.


Persistencia del lenguaje. Alegría y Piñero, 2019.

“Persistencia del lenguaje” se conserva como registro de una experiencia inasible, el destello de una voz revelada en aquel escenario, que surge en el umbral del lenguaje, en los márgenes del habla. La imposibilidad de transferir la trascendencia de lo que aconteció, reduce la obra a una mera huella. Aun así, la necesidad de compartir la experiencia, nos conduce a concretarla como escultura y videoperformance. A través de su contemplación, la consonancia de sus voces podrá resonar más allá de quienes compartimos aquel único momento.









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